La presión tributaria es un indicador que relaciona los ingresos obtenidos del gobierno, provenientes de tributos, con el Producto Bruto Interno (PBI); de esta forma se mide, a través de un porcentaje, el aporte que, efectivamente, la recaudación significa del total producido en el país durante un periodo determinado.
El hecho de que la presión tributaria se mida según el pago efectivo de impuestos y no según el monto nominal (establecido en las leyes) hace posible develar la realidad contributiva de la economía; es decir, revela cual es el verdadero nivel del cumplimiento tributario de la población. Por ello, a mayor evasión impositiva habrá menor presión fiscal, aunque formalmente las tasas impositivas sean altas.
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De hecho, los países con altas tasas de evasión suelen ser también los países con las tasas impositivas más altas, sobre todo en impuestos indirectos (como el IGV); dichos Estados elevarán la presión impositiva sobre los habitantes con menos posibilidades de evasión, usualmente los consumidores, a fin de contrarrestar la poca efectividad de sus políticas de cumplimiento.
Este fenómeno se puede observar en la mayoría de países de la región cuando se compara la participación que tienen los ingresos por impuestos indirectos dentro de la estructura tributaria; su porcentaje promedio bordea el 47%, cuando se incluyen las contribuciones sociales en la conformación del total recaudado, y se eleva hasta 57% al considerarlo solo respecto a impuestos directos.
En el Perú se observa este mismo promedio; si bien los ingresos del gobierno se incrementaron constantemente durante la década, históricamente, la presión tributaria ha estado alrededor del 15%, por debajo del promedio de presión tributaria de América Latina (22%) y de la OCDE (34%).
Escrito por: Econ. Jazmin Ramírez