La informalidad económica es uno de los fenómenos más agudos de la actualidad. Su incidencia impide el crecimiento de la recaudación fiscal, atenta contra la competitividad, la productividad y agudiza la precariedad empresarial. Los niveles registrados son excesivos. El tamaño del sector informal en Perú se calcula en un rango superior al 72%. Es por tanto que, lamentablemente, la evasión y la elusión tributaria hoy ya forman parte de nuestra cultura.
Este hecho se intensifica con la contribución de la Sunat: se concentra en controlar y revisar al formal exitoso y da una menor apreciación de riesgo al informal. Ha sido el mismo Estado quien ha puesto trabas, permitiendo que esta realidad continúe, instaurado burocracias que invitan a los contribuyentes formales a realizar transacciones informales, como la compra de facturas falsas o de favor. Esta clase de informalidad mixta es la que termina haciendo más daño, pues está compuesta por las empresas que evaden; que no pagan impuestos; las que tiene Ruc y actividades económicas bancarizadas, pero que venden sin factura o realizan operaciones no reales.
Para afrontar esta realidad y crear motivos que incentiven a los ciudadanos a que formalicen y tributen voluntariamente, la Sunat ha tenido que aceptar que la solución radica en el cambio de sistema. Es decir, cambiar la forma de actuar de la administración tributaria para que se generen resultados positivos, se posibilite la transición a la formalización y, finalmente, se logre el cambio de conducta de los contribuyentes con el fin de que abandonen la comodidad que le brinda la informalidad.
Como parte de las estrategias se debe pensar que, en el Perú, debemos contar con un impuesto a los ingresos; es decir, que la aplicación de un porcentaje del tributo recaiga sobre la facturación del negocio, dándole al empresario la opción de decidir voluntariamente si pagar un porcentaje por las ventas, evitando así la utilización de mecanismos evasivos como la compra de facturas falsas. Es por ello que, a fin de promover la formalización, este año se optó por modificar el reglamento de la Ley del IR a fin de fomentar las deducciones a los consumos y las deducciones por gastos de servicios profesionales.
Estas medidas representan un cambio de paradigma en la administración tributaria. Cada peruano que pide su comprobante es un fiscalizador de la Sunat, es un peruano que quiere formalizar para hacer la posterior deducción del pago de sus impuestos. Esta cooperación crea en los ciudadanos el interés real de colaborar porque ahora el gobierno está ofreciendo un beneficio tangible que favorece a un estimado de dos millones de trabajadores.
El crecimiento empresarial se consigue caminando dentro del mundo de la formalidad. Es el momento para cambiar la cultura tributaria y la cultura solo se cambia adoptando un conjunto de hábitos; si se adhieren los hábitos de la formalidad al mundo empresarial, inmediatamente se cambiará la cultura fiscal.
Escrita por: Mba. José Verona