Si bien es cierto que la actividad económica que se realiza en los casinos y tragamonedas es válida, genera empleo y contribuye con la formalidad, asimismo, es cierto que genera una externalidad negativa.
Es decir, tienen un efecto secundario nocivo en la población como el consumo de tabaco o alcohol. La utilización de juegos en tragamonedas y casinos puede ocasionar eventualmente ludopatía, que es un tipo de adicción patológica a los juegos de azar y las apuestas.
De esta premisa, a través del Decreto Legislativo 1419, se desprendió la política fiscal de aplicación de un Impuesto Selectivo al Consumo (ISC) en función al ingreso promedio mensual que generan estos negocios. Esto se ejecuta no solo con una finalidad recaudatoria sino con el propósito de desincentivar el uso de estos productos.
Sin embargo, algunos sectores recomendaron la anulación del mencionado Decreto Legislativo por considerarlo ilegal. Y finalmente la Comisión de Constitución del Congreso aprobó el informe que propone su derogación. Es importante reflexionar que este instrumento forma parte de una política fiscal que no tiene nada de inconstitucional. El Estado lo que quería era reducir esa actividad. Aplicando un ISC más alto, los usuarios ya no verían tan apetitoso jugar, lo que haría que se desincentive, logrando el efecto que buscaba el impuesto.
Los casinos y tragamonedas tenían la potestad de adjudicarse el pago del impuesto o descontarlo del premio final, lo que provocaría que el usuario, es decir el jugador, se sintiera desmotivado en volver a la sala. Sin embargo, se puede afirmar que, aún con la aplicación de este impuesto, estos negocios hubieran seguido siendo provechosos; es decir, disminuiría la rentabilidad, porque se habla de aproximadamente 500 millones de soles menos en sus ganancias o en los premios, pero seguiría obteniendo resultados positivos.
En el rubro de los juegos y apuestas, los bingos, loterías, rifas y juegos de azar, actualmente, son afectadas por el impuesto a los juegos, con una tasa del 12%.
Escrita por: Mba. José Verona